Al hablar de la importancia de la música en la enseñanza de un ser humano, no nos referimos a una escuela de música, sino a una escuela del Hombre, ya que sin música, el Hombre no está completo y es solamente un fragmento.
Las personas que están ligadas a la música se darán cuenta de que no se necesita ninguna explicación, ya que la ocupación diaria con la música refresca el espíritu, de tal modo que éste luego se muestra más sensible para todo lo demás. Parece que la música influye al Hombre en general. Estas influencias ante todo tienen una relación con la disciplina y la conducta social. Esta afirmación la sostienen muchos pedagogos que han recogido experiencias en este campo.
Como sociedad se debe ver la necesidad de buenas clases de música, como condición para una educación humana efectiva. No se hace referencia a las ciencias fundamentales en formato escolar, sino a las experiencias espirituales elementales en las que se nos abre el mundo y que dejan su sello en el cuerpo, alma y espíritu, es decir, en el Hombre entero. Si se comprende la tarea de la enseñanza de este modo, entonces la formación musical pasará de la zona marginal al centro de la vida escolar.
La clase de música no se toma como una asignatura en la que se enseñan contenidos peculiares, sino como una clase central, en la que se forma al Hombre y se le da la posibilidad de una “experiencia espiritual”. Se trabaja en base a improvisaciones de canciones muy simples y las melodías inventadas oscilan dentro de la escala pentatónica. Hoy en día, sólo se la puede ver como orientadora para las tareas futuras de la humanidad. La música forma parte de la educación en general y es una contribución a la salvación de la humanidad.
También nos regocija, quizás porque al hacer música nos movemos en la frontera entre lo espiritual y lo sensible, y de una manera más o menos consciente experimentamos algo de nuestra existencia espiritual originaria.
Cuando somos activos musicalmente llevamos a su vez la consciencia a nuestro mundo de vivencias anímicas y espirituales, porque continuamente estamos observando cómo las fuerzas musicales actúan en nuestra vida anímica interior y cómo nuestra sensibilidad mantiene relación con estas fuerzas. La música expresa la relación del ser humano con el mundo.
La rima, el ritmo y el compás, son los que deben predominar en la enseñanza de idiomas, no la gramática. Se aprovechan todo tipo de recursos musicales que puedan contribuir a la armonización del alma infantil. Se cultiva el sentimiento por la melodía, el ritmo, la belleza, tan
to cuando los niños cantan, como cuando escuchan. El canto acompaña el trabajo.
La música con un instrumento de cuerdas, agudiza el sentido del oído, ya que los sonidos son más que palabras, tienen forma y color y expresan el estado del alma.
“Un nuevo día necesita una nueva canción”.
